29 de agosto de 2011

Para empezar...

Insustituible. Así era la pieza del rompecorazones, y no rompecabezas, que le faltaba a este cuerpo. También inaguantable, incomprensible, incorrecto, insuficiente. Y yo, incapaz. Perotoca decir que no. Señalar un motivo que hace que todo vuelva a valer. Vuelva a cobrarse el pasaporte de entrada a una realidad que está marcada en rojo en un calendario maya. O escolar. O mejor de universidad, que eso te gusta más. Y es así. Ahí está. Tuvo fecha de entrada y nunca esta historia será todo y nada de lo que empiece por in. No es que tenga la certeza, es que los presentimientos marcan etapas. Y este es para siempre. Por eso te lo digo. Te lo cuento. Porque sabes que no sé hacerlo de mejor manera. Esta es mi forma de ordenar las ideas, de transcribir mis pensamientos. La grabadora, mi mente. La respuesta, tu voz. El motivo, un 605. Lo próximo, las cervezas. Los abrazos. Las películas. Las camisas de Marianito. La intransigencia y el diablo. Por no hablar de tu prudencia, a la que no quiero arrimarme. Por miedo a que me contagies. A que me sigas enganchando. Porque todo, de repente, tiene parte del sentido. De ese que se había perdido. Y las cosas que empiezan por erre no tienen familia, pero sí fuerza. Y valor. Eres un producto. Un producto o una marca. Una verdad. Y no te daré las gracias. No lo haré porque si no esta historia de presentimientos no tendría sentido. Pero viviremos en este que llega, nuestro futuro. Viviremos. Y eso es lo más bonito, querido rompeolas.