17 de febrero de 2015

Crecer

No tengas prisa. Observa con qué mirada te echa los órdagos el tiempo. Que tiene demasiado para ti. Que lo esconde detrás de una jugada maestra que tú desconoces. En esa baraja de picas y corazones. Diamantes. Y una cuarta que no recuerdo. Pero que seguro se ha echado a dormir bajo tus sábanas y tu miedo. De ese que gastas los días grises. ¿Quién se acuerda del lunes si ya es martes? 

No tengas prisa. Concéntrate en la primera mano. Crece mientras recoges tu jugada y mira al frente. Que no te intimide el miércoles. ¿No ves que no sólo las historias se narran en inglés y que también lo hacen las cartas? Confía en los domingos. Todas las grandes guerras se libran esas tardes. Siente un corazón que te despierte, que te haga moverte por ti mismo, que te deje enloquecer.

Y resuelve la partida. Dobla la esquina levantando la cabeza, sin prisa. Con mucha pausa. Camina despacio hacia adelante. Vuelve a sentarte en ese lado de la mesa. Recoge tu jugada. Disimula lo que sientes. Respira y observa como creces. Crece. No tengas prisa. Y entonces, y sólo cuando sea tu turno, muestra una baraja inglesa llena de tréboles. Asfixiada de suerte.