29 de junio de 2009

Oxidada



Deberías reconocer que la bolsa de dulces siempre ayuda a deshacerse de los últimos minutos. Aunque sirva como excusa para mirar una película de Audrey Tautou un domingo de junio. Y a pesar de que esa noche se haya tomado un güisqui con hielos y esté bailando con setecientos parques. Deberías reconocer que al final lo único que te llevas a casa son ganas de vomitar regalices y de comprarte una pamela de Chanel. Porque aunque tú sólo le ates los cordones a las zapatillas, estarías disponible para el lujo. Por lo bonita que era aquella época. Por los caramelos de caras sonrientes. Por acabar cayendo al recordar que el siglo XXI es cosa de cuatro locos y dos enamorados. Que tú deberías haber pertenecido a las dos equis sin palo. Para ganar esa estabilidad que ansían tus latidos. Para despertar y tener que recogerte la melena. Que parece que últimamente lo que echas de menos es que te abracen. Pero brazos tenemos todos. Piernas también. Haz de los sesenta trozos de sol una locura porque al final volvemos a ese mordisco. Del que hablábamos ayer. Blanco virgen cuando lo pruebas, pero a los 180º ya se han oxidado todas las ilusiones de aquél primer día.
Te invito a otra francesa, más lenta aún, pero vete tú a saber si nos empachamos a manzanas...

24 de junio de 2009

Han sido las veinticuatro horas de la mitad del cero y el nueve. Cuatro minutos para darte cuenta de que la vida da carpetazo a los treinta. Tres segundos de buenas noticias y setecientos ochenta de emoción, emoción deportiva y emoción. Medio suspiro para cambiar tu vida de repente. Cuatro ojos y cuarenta dedos imprescindibles. Diez minutos para sonreír y saber por qué soy así. Cinco parpadeos para entrar cuando las puertas se abren. Casi una lágrima en el interior por darte cuenta de por qué haces lo que escribes. Dos razones para volver a pensar que lo hiciste bien. Que sabes dónde quieres ser, y que te dejan. Estar segura. Respirar y volver a sonreír. Girar el volante, meter segunda y volver a casa. Saber que la vida respira por pasiones y que tienes que inventar un Dios, porque necesitas dar gracias. "23 de junio de 2009: veinticuatro horas leídas en doce caracteres"

10 de junio de 2009

No hay Arte (ni artistas)


Por mucha belleza que tenga el neoclasicismo, yo rigidez sólo veo en tus gestos y en nuestros imprevistos. Puede ser demasiado romántica a lo que me tienen acostumbrada mis dos décadas, pero tú no. Prefieres realidad en tus noches de domingo. Porque nos movemos por las impresiones de la luz y las pinceladas de nuestros reojos. Porque Manet fue aquel beso que no. Quieres art nouveau, originalidad y muy banal. Barcelona para todo. Y como tu pasado es modernista prefiero no hacerle dibujos. Mejor que me haga la despistada y juguemos a los símbolos. Porque para vanguardias ya están tus 'fobias', mis expresiones, los cubitos de hielo y el futuro que no tendremos... Vuelve a tirar los dados. ¡Qué Arte tan surrealista!

1 de junio de 2009

El día número siete


Con el corazón más rojo que Julieta. Porque las divisiones son cosas de matemáticos. Que se te vea. Una Pamplona teñida de latidos y sin uñas. Unos ojos con tono de privilegio. La dueña de las victorias, el primogénito del 43, la reconquista de la afición.
La gloria, señores... La gloria.

(Felicidades rojos)