28 de octubre de 2014

Que vivan los cafés

Terminó igual que si nunca hubiese empezado. Fácil. Coherente. Maduro. Pero no por eso dejó de ser distinto. Algo también especial, que llega en un momento oportuno y te despierta de resacas de juergas mundiales. Que te repasa a expensas de un cantón de piedra. Muy poco urbano, más bien rural. Con las típicas artimañas del verano. Confundiendo la ilusión con ratos novedosos. Y es que terminó igual que si nunca hubiese empezado. Aunque entonces lo hiciera con alcohol y hoy lo haya hecho con dos cafés. Uno más templado que el otro. Así funcionan los corazones.



29 de septiembre de 2014

Distráete conmigo

Será culpa del otoño y de sus artimañas para joderme los lunes. Pero me vacía. Me da palizas constantes cuando se sienta en septiembre a esperar a que una balada le cuente lo que hice ayer. Es entonces cuando arrea con toda su fuerza y me despierta con ardores, con sensación de flaqueza y moratones en la espalda. Puto otoño, que revuelve todas las mañanas de los días más oscuros, que juega a diferenciar mis mejores momentos con tímidos gestos que esconden todos los miedos del último verano. Digo yo que será su culpa. Y lo hago porque señalarse a una misma siempre ha estado fuera del alcance de cualquiera que se empiece a querer los martes. 


(Que pasen estas horas, jodido reloj muerto)

Aniversarios de bodas

Enganchas. Igual que lo hace el verano. Que llega así, tan irregular, tan suyo. Que para muchos aparece días después de haber empezado. En esa autopista que se cobra el sentido de tus palabras. Atrapas. Lo haces cuando miras y cuando callas, cuando se te descubre en una película de todo lo que no te gusta. Sorprendes. Como genios de lámparas que no se han agitado. Al ritmo de astronautas que llegan a la luna sin darse cuenta. Mimas. Cada uno de los recuerdos que conservas, cada historia que escribes, cada conversación. Cada jodido detalle. Convences. Lo hace tu autenticidad. La misma que afirma que tú y todo lo incondicional van de la mano. Y mereces. Que todos los momentos que te restan sigan identificándote en esa sonrisa. Con la que enganchas, atrapas, sorprendes, mimas y convences. Con la misma que hoy eres feliz. Y con la misma que nos haces increíblemente felices al resto. Mereces. Es que mereces. Mereces y punto.