24 de febrero de 2009

Porlascosasbonitas

Tardó un par de días en cambiar la dirección de su mirada pero cuando lo hizo ambos dimos un paseo por las nubes. En aquel momento recuerdo que sentí cómo hasta la más puta era la más Santa, me sentí tan segura y tan miedosa como en una cárcel. Quise parar pero no pude. Nos disfrazamos mutuamente de fruto y nos vimos crecer, nos lanzamos al vacío pero nunca tocamos el suelo, dormitamos sólo para seguir fumando juntos. Acariciamos cada momento como si, a lo mejor, fuese a ser el último y nos distanciamos cada noche para unirnos en el aire. Sentimos una pizca de felicidad al abrazarnos un día, y cuando la probamos no fuimos capaces de olvidarlo. Leímos entre líneas y buceamos entre aceras y calles de otras ciudades. La nuestra, siempre era la nuestra. Descubrimos la A de amor, tocamos la M, y tal vez el resto. Nos echamos de menos. Nos sentimos amigos. Deletreamos cada letra de nuestro nombre y pudimos dormir durante mil doscientos setenta y pico días y doscientas dos noches. Las nubes eran cómodas y mucho, pero un día despejó y al salir el sol, caí hasta el asiento de un coche, nos despedimos y guardamos nuestro paseo en el recuerdo, a veces en la añoranza, pero la añoranza no deja de tener ocho letras...

1 comentario:

javi dijo...

simplemente precioso, una cosa así solo la podrías escribir tu. Sigue así.