11 de noviembre de 2011

Como dedo al anillo

Deja de proponerme matrimonio a los 28. Entonces no tendré ni raya ni ojo. Piensa que tu móvil tiene una agenda amplia, lista como para acabar marcando mi número. Olvídate de las culebras y babosas. Plantéate que, rana o no, me asustan tus mensajes, tus tonos, ironías e intenciones. Céntrate en la política de tu empresa y de tu casa, deja que la burocracia de tu corazón pare. Que se congelen todos esos pasos por los que, dices, estás tan dispuesto. Duérmete. Que ya me creas compromisos a los 23. Duérmete. Deja de hacerlo todo despierto. Vuelve a mirar entre las rejas de tu cuadrilla y quema el contenedor de tu calle. Seguro que, así, de repente, vuelves a pintar violeta todas estas miradas de otoño. Porque hojas a esta historia le sobran desde hace tiempo. Y bastantes.

1 comentario:

=) dijo...

Casi un espejismo de tu mente, la imagen destilada de tus propias emociones.