25 de febrero de 2009

Un camel y un vaso de agua

Volví a la sombra el día que me quisieron quemar. Construí una guarida de cristal porque nunca he pretendido engañarme. Metí en el bolso ambas cosas y viajé hasta aquí. Y aquí es genial. Aquí es siempre y nunca. Es donde quiero poner a tender lo mojado y sacar mi cepillo y pasta de dientes. En este aquí es donde he decidido echar raices, crecer incluso para abajo. Es así como respiro y respiras. Justo ahí, donde tú estás. Estás en lo ideal. No quites la mirada, mírame. Enciéndete un pitillo conmigo, fumando un rubio las cosas se ven de otra manera. Fúmame y esfúmate. Siempre ha sido más fácil en pocas cantidades, por eso siempre fuimos a cenar a restaurantes de diecisiete tenedores. Véndete barato, tres son muchos euros por el lugar que ocupas. No entres. Está prohibido. Imagina que es sagrado. Seguro que no vienes. Quédate ahí, en el sol. Sabes que él siempre te ha favorecido y te ha dado la naturalidad que te falta. Y deja que la luna salga, tienes que acostumbrarte a vivir con dificultades. Yo me empaché un día de tanto probar y por eso vivo aquí, en un cristal que es guarida, en una sombra que es noche. En un África de dientes pintados de blanco. Si algun día quieres venir piénsalo bien, paga el peaje, bancarrota... pero menudas vistas.

1 comentario:

Paula dijo...

bienvenida a la blogosfera :)
menudas vistas, pilonga!